- El dijo que nadie amaba tanto a su amigo como aquel que da su vida por él. Démosle nuestra vida, haciendo morir al hombre viejo que es nuestra naturaleza, según San Pablo; renunciando a buscarnos a nosotras mismas, obrando, no por lo que nos gusta, sino por aquello que es la voluntad de Dios. (C. 114)
- Lo mejor es amar la voluntad de Dios. Allí encontramos la cruz mejor que en ninguna parte. Allí crece este árbol bendito rectamente, sin impedimento, pues es sin la elección nuestra, sin satisfacción alguna.(C.149)
- Es preciso morir a sí misma para vivir escondida en Cristo.(d 46)
- La verdadera amistad aquella que comprende que la verdadera amistad consiste en perfeccionarse mutuamente y en acercarse más a Dios.(c.82)
- Cuánto vale una buena amiga. Sentía verdaderamente la necesidad de expansionarme con alguien que me comprendiera y que sintiera lo mismo que yo siento. ¡Cuánto bien me has hecho! Te lo agradezco de todo corazón.(c.31)
- Todo lo que hago se lo ofrezco por amor, pues éste es la fuerza que ayuda a obrar aún aquellas cosas por las cuales se siente más repugnancia.(c.45)
- El que ama siempre piensa en el amado. (c.65)
- Cuando se ama, todo es alegría; la Cruz no pesa; el martirio no se siente; se vive más en el Cielo que en la tierra. (c.104)
- Obra por amor a El. No busques el agrado de las criaturas. ¡Se equivocan tanto en sus juicios…! Mientras que Dios te penetra en cada instante cual si fueras la única criatura existente. (c114)
- Amémosle, ya que El nos amó primero y dio su vida por amarnos. Démosle nosotras la nuestra, muriendo a nosotras mismas por el renunciamiento de nuestra voluntad y gustos. (c.137)
- Amémosle. Seamos generosas. No miremos lo que hacemos, sino lo mucho que nos falta para corresponder a su amor…(c.60)
- Conoceremos su intensidad por el amor que tengamos al prójimo. (c.13)
- Ocupémonos del prójimo, de servirle, aunque nos cause repugnancia hacerlo. De esta manera conseguiremos que el trono de nuestro corazón sea ocupado por su Dueño, por Dios nuestro
Creador. (d. 16) - Me esmeraré en labrar la felicidad de los demás. (d. 20)
- Tratar de servir a aquellas personas que nos sean antipáticas o a aquellas que notemos son poco cariñosas con nosotras, para así humillarnos… El amor a nuestros semejantes es la medida del amor de Dios. (d. 82)
- Me gustan las Carmelitas porque son tan sencillas, tan alegres, y Jesús debió ser así. (d 31)
- Para una carmelita existe el cielo en la tierra. Posee a Dios y, con el Todo, le basta. (c.147)
- Así pasamos la vida, hermanita querida, orando, trabajando y riéndonos. Ojalá tengas la dicha algún día de encontrarte en este cielito anticipado, donde los rumores y agitación del mar del mundo no llegan. Dios es amor y alegría, y El nos la comunica. (c. 108)
- El cielo es la posesión de Dios. En el cielo a Dios se le contempla, se le adora, se le ama. Mas, para llegar al cielo es preciso desprenderse de la tierra. (d 58)
- Entonces traigan en su alma a N. Señor y represéntelo ya como niño, o ya como crucificado o resucitado. Sin embargo, les aconsejo lo traigan en sus almas, pues nuestra misma santa Madre dice que el alma gana mucho en el recogimiento. Y la razón es porque una se siente más unida a El, como si estuviera en El o con El, y esa mirada del alma a su Esposo la inflama en amor. A todas horas puede mirarlo. Esa vista de Jesús la pacificará si se está turbada o exaltada; la fortalecerá si está abatida, la recogerá si está disipada. (c. 137)
- Soy tan feliz como ya es imposible imaginar. Es una paz, una alegría tan íntima la que experimento, que me digo que si vieran esta felicidad los del mundo, todos correrían a encerrarse en los conventos. (c.133)
- Sé muy fiel en hacer aquello que el Señor te inspira; más aún, si son pequeñeces, pues la vida religiosa es una serie de cosas pequeñas; las cuales, obradas con perfección, engrandecen el alma. (c. 160)
- Hay que ser muy humilde, porque sin la humildad todas las demás virtudes son hipocresía. (c.82)
- Quisiera hacer comprender a las almas que la Eucaristía es un cielo, puesto que «el cielo no es sino un sagrario sin puertas, una Eucaristía sin velos, una comunión sin términos». (c.112)
- ¿Quién puede hacerme más feliz que Dios? En El todo lo encuentro. (c.81)
- Jesús mío, ahora he visto que todo lo del mundo es vanidad. Que sólo una cosa es necesaria: amarte y servirte con fidelidad, parecerme y asemejarme en todo a Ti. En eso consistirá toda mi ambición. Quiero, pasar contigo por todas las afrentas con alegría Y si por mi flaqueza caigo, Jesús querido, te miraré en tu subida al Calvario y ayudada por Ti me levantaré. No permitas que te ofenda ni aún levemente. Prefiero mil muertes antes que darte la más ligera pena. (d.17)
- Tomen la resolución de ser toda para todos, sacrificándose por los demás sin manifestarlo. Renuncien a sus comodidades por los demás, para ganarles el corazón y llevarlos a Dios.(c.151)
- Cuando el amor de Dios se apodera del corazón, hace que el amor humano aquel que se siente
aún por sus padres, se transforme, se divinice por decirlo así. (c.44)