290º Aniversario de la Fundación del Carmelo pacense

Nuestras hermanas de Badajoz están de fiesta desde el día 4 de octubre, en el que se inició este 290º Aniversario del nacimiento de esta casa de Teresa de Jesús en esas tierras extremeñas. Nos alegramos de corazón con ellas, y les cedemos la palabra… escrita… para que sean ellas mismas quienes nos compartan esta efemérides… ¡Felicidades, Hermanas, y a seguir dando gloria a Dios, siempre «de bien en mejor»!

Breve reseña Histórica

Octubre 4 de 1733

Fundación de nuestro Convento de  Carmelitas Descalzas de Badajoz

La casita de las Arrepentidas. Así llamaban este lugar en el que se reunían las primeras mujeres devotas con intención de oración. “Tenía en su único altar las imágenes de N. Sra. de los Ángeles, y de San Antonio de Padua, muy hermosas, tenía su lámpara, y adorno medianamente decente, con el resguardo de una reja que dividía el altar del resto de la capilla; concurrían frecuentemente muchas personas de todas clases, atraídas de la devoción de la Santísima Virgen y de San Antonio, a tributarles diarias oraciones”

Doña Águeda Holguín y Ulloa de las principales familias de esta ciudad cuyas casas estaban contiguas a la capilla u oratorio, fue la bienhechora de este. Ayudaba con limosnas a la hermana que habitaba la casa. Doña Águeda solicitó Breve del nuncio apostólico para que fuese posible celebrar aquí la santa misa, verificada su pretensión, el previsor visitó la capilla y encontrándola decente para celebrar el santo sacrificio concedió su licencia el 9 de junio de 1638. Corrieron muchos años sin que faltaran beatas que cuidasen de la capilla.

No así la casa en la que vivían, era muy desacomodada, por reducirse a un soportal cubierto, una cocina bien estrecha, un corral reducido y un desván que era la habitación alta de la casa y aunque sus habitantes eran personas que seguían una vida cristianamente arreglada, no tenían gobierno, ni orden, cada una vestía el hábito que se les antojaba o que podían adquirir de limosna. Salían de casa a solicitar limosna u oficios en que se pudieran emplear para poder comer, no había superiora, a la que inspiraba más respeto o por más antigua obedecían.

Muchos años después, el obispo Don Pedro Francisco de Levanto intentó organizarlas, estando solo tres, les propuso formar un beaterio para establecer la vida común, una de ellas era la hermana Elvira, mujer de agigantado espíritu y virtudes heroicas y al parecer a la que obedecían. El obispo buscaba establecer nueva planta y trató con dos doncellas que conocía y que quisieron entrar, una de ellas deseaba entrar en religión, es decir en clausura, pero no tenía dote. Se reunían a menudo en secreto en el beaterio para tratar del orden de vida que habían de establecer y la pobreza con que habían de vivir; y los santos que habían de tomar como intercesores y protectores de la vida religiosa. La Hermana Elvira Bisedas, tomó el de Jesús María; la hna. María Manuela Crespo, el de Sacramento; la hna. Ana Crespo el de Santa Teresa; la hna. Inés Cansado, el de San Joseph, y la hna. Magdalena Vizcaína, tomó el de San Francisco, esta estuvo pocos meses en el Beaterio después de establecido. Así fue como quedó conformado el nuevo beaterio, dando inicio el día 1 de octubre de 1719, con nuevas leyes y reglas de vida que serían dirigidas por la madre Elvira. Se presentaron no pocas contradicciones de parte de familiares de algunas hermanas y también de algunos habitantes de la ciudad pues se oponían a este beaterio por considerarlo innecesario y por la poca limosna que recibían, ya que en Badajoz en aquel entonces existían muchos conventos de Clausura. Sin embargo, en esta vida tan penitente y ejemplar se mantuvieron algunos años. La Madre Elvira de espíritu franciscano quería obtener licencia para profesar la regla de Santa Clara, hizo varios intentos, pero no fue posible, Dios tenía otros planes como se vería más tarde. La madre Elvira murió el 13 de enero de 1727 quedando de ella un retrato original, el cual se conserva intacto en la capilla interna del convento.

Habiendo fallecido el Obispo Don Pedro Levanto en el año 1729 resucitaron nuevos temores de si el cabildo de la ciudad las arrojaría del beaterio, esto las martirizaba, o bien que el futuro obispo diera la resolución para sacarlas de allí. Don Amador Merino Malaguilla entró en Badajoz como obispo el 2 de noviembre de 1730 siendo recibido con todos los honores y obsequios por parte de la ciudad. Las beatas no se atrevieron a darle la bienvenida al beaterio por miedo, pensaban que mientras menos se hicieran notar, menos riesgo corrían. Un familiar del obispo les avisó de su descuido, habían pasado 17 días desde el día de su llegada, entonces invitaron al obispo a su Beaterio, a lo que él respondió: “en teniendo lugar pasaría a verlas”. Empezaron los sustos y la desconfianza, era tal el estado de nervios que una deseaba hacerse la enferma con calenturas, otras sufrieron desmayos, y no solo ellas, también su confesor y su bienhechor quienes les habían ayudado a construir la Iglesia que hasta entonces tenían. 

Por fin el obispo D. Amador fue a visitarlas, cuando fue a llamar a la puerta se le quedó el llamador en las manos, fue entonces cuando presintió que a más de Obispo venía.

Todo se calmó cuando entró el Prelado, este reconoció con complacencia a unas pobres y sencillas mujeres y les dijo que repetiría la visita, se despidió cortésmente dejando a las hermanas tan contentas como agradecidas. 

El Obispo les propone seguir la reforma de  Nuestra Madre Santa Teresa de Jesús.

Don Amador, venía de la ciudad de Ávila donde se había dejado impregnar del espíritu carmelitano Teresiano, allí aprendió a amar a la Santa Madre. Les propuso a las beatas vivir la regla de las Carmelitas Descalzas, las oyó a cada una en confesión, y finalmente una sola voluntad se presentó en las catorce hermanas que abrazaron con tanto gusto la propuesta. Les aseguró que si ellas hubieran tenido aprobadas la regla de Santa Clara ni se los habría propuesto. Allanando este paso tan importante, pasó a alargar y acomodar las habitaciones para las hermanas que se hallaban tan estrechas y desgastadas, tanto que el sol, la nieve y los aires tenían paso por los techos.

Estos fueron los Comienzo de Obras y de noviciado

Al mismo tiempo que comenzaron las obras, dieron comienzo al noviciado de carmelitas, pero en secreto, (tanto que sus mismos confesores lo ignoraban), por orden del Obispo de no decir nada, para evitar ruidos y escándalos por la novedad, aunque no faltó quien les dijera que se pusieran el hábito de Santa Clara, tal vez sospechando en qué andaban las ya no tan Beatas, haciendo comentarios que las llenaban de escrúpulos, sin embargo se fiaban de la obediencia a su obispo. Don Amador seguía gestionando la fundación, puesto que inmediatamente solicitó a las Madres Carmelitas de Ávila, el vestuario completo que remitieron con todos los libros, regla y constituciones, ceremonial, manual y juntamente los estilos y loables costumbres de aquella observantísima comunidad, todo vino como se había pedido, acompañado de una circunstancia muy especial: anteriormente Don Amador  había encargado fabricar en Madrid la imagen de Nuestra Santa Madre,  -la cual actualmente está en el Coro-, y hallándose concluido del todo, hacía más de cinco meses estaba intentado llegar a Badajoz sin éxito, siempre se malograba, hasta el momento en que llegó a Madrid el envío de Ávila. Madrid, era parada obligada de todas las encomiendas de España por entonces. Así fue como llegó todo junto a Badajoz. El Obispo ya no esperaba la imagen, el gozo de las hermanas fue indescriptible con la imagen de su ya Santa Madre, realizaron una novena en la que cada día una hermana vestía el santo hábito, les resultaba extraño vestir todas el mismo hábito, pues, hasta entonces beatas, vestían como cada una quería.

Cuando la ciudad se dio cuenta, porque no lo podían ocultar más, se opusieron, tratando de echar por tierra la obra del Señor, recurrieron al consejo de la ciudad, diciendo que ya existían muchos conventos, el obispo sin embargo comenzó a alargar la casa, envió un escrito explicando todo con claridad consiguiendo favorable el veredicto, así continuaron los trabajos.

Con tan favorable determinación, todas las hermanas vistieron el hábito del Carmelo Teresiano el día 4 de octubre de 1733 hace exactamente 290 años, día en que la Iglesia celebraba la solemnidad del rosario y era propio del día de San Francisco de Asís. El día siguiente todas profesaron, catorce hermanas hicieron sus votos simples, con extremo consuelo de hallarse sujetas a una regla cierta, que era lo que siempre habían deseado, habiendo ejercitado el noviciado durante 18 meses. Hubo procesión desde el nuevo convento a la catedral con las imágenes de la Virgen de los Ángeles, Santa Teresa y San Antonio y el Santísimo Sacramento, el mismo cabildo que las persiguió mandó 800 reales de limosna. Predicó Don Amador Merino. Diez años pasaron desde la profesión de votos simples hasta que en 1743 después de todas las diligencias que el obispo hizo a Roma buscando la aprobación canónica para la clausura, hicieron su profesión solemne. El Obispo eligió por madrinas principales a las señoras de las mejores familias de la ciudad, Señora Marquesa de Monreal y Doña Luisa Marmolejo, ellas convidaron a otras también muy principales y el día 8 de abril habiendo concurrido todas las señoras a la Iglesia salió el Señor Obispo seguido por las nuevas profesas, la Madre Superiora Juana de Santa Rita y la más moderna María de la Encarnación. Hubo de nuevo procesión a la catedral, cada una por orden de edad y de la mano de sus madrinas, antes de volver al convento pasaron por insistencia de las madrinas a saludar a las hermanas del convento de Madre de Dios (hoy extinguido) donde la abadesa era familiar de la madre Elvira, cuyo recuerdo veneraban. Al regreso tomaron refresco siendo atendidas por las mismas madrinas que batieron el chocolate para todas las religiosas. Dejando puesta la Clausura, las señoras se retiraron a sus casas.

El Señor Obispo Don Amador Merino Malaguilla también fue fundador de dos monasterios de la Provincia de Badajoz, el de Zafra y el de la Parra que comenzaron igualmente como beaterio (estos hoy ya no existen).

A sus expensas se hizo todo este monasterio comprando las casas contiguas, conformando poco a poco el que hoy habitamos, compró todos los ornamentos que conocemos “de la fundación”, encargó cuadros a los mejores pintores de la ciudad etc. Dejó olivares a las monjas que con el tiempo o tal vez en la época de la exclaustración perdieron. 

Por este convento han pasado monjas de pueblos de Extremadura y de toda España. A finales del siglo diecinueve vinieron hermanas del País Vasco que hoy descansan en nuestro panteón; hermanas portuguesas, las cuales fueron acogidas durante un tiempo muriendo aquí una de ellas. 

Hoy en día la comunidad se constituye por doce hermanas; tres españolas: Hna. María Jesús de San José natural de San Vicente de Alcántara (Badajoz), Hna. María Nieves del Niño Jesús natural del Valle de la Serena (Badajoz) y Hna. María Pilar de Cristo Rey natural de Medinilla (Ávila) y nueve hermanas colombianas: Hna. Patricia Eugenia del Carmen (actual Priora), Hna. Nora Elena de la Cruz, Hna. Hilda María de Santa Teresa, Hna. Ana Luisa de la Santísima Trinidad, Hna. Esperanza de la Cruz Gloriosa, Hna. Ariadna de Jesús, Hna. Samay Alina del Cordero Inmolado, Hna. Mariana Alejandra de la Madre de Dios y Hna. Mariana Zipaquirá Pérez. Comunidad que con gran vitalidad hoy en día es luz en medio de esta ciudad

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