El monasterio de la Santísima Trinidad, presenta unas características especiales propias del proceso de adaptación de una arquitectura de tipología doméstica a otra de características conventuales. Y así aunque perviven en él todos los elementos propios de la citada tipología, también es cierto que lo hacen de una forma especial y en una dimensiones que no son las acostumbradas para este tipo de inmuebles.

Presenta una sola planta, sin embargo al exterior muestra tres niveles de altura escalonados. La fachada, la crujía de la segunda planta del claustro y la torre del mirador. En fachada, con fórmulas de arquitectura doméstica local, muestra una portada central con dos cierros a cada lado. Esta portada, en la actualidad en piedra ostionera vista, está formada por dos pilastras que enmarcan un vano rematado por una cruz, y cuya estética nos remite a los maestros de obras del último tercio del siglo XVIII. El piso queda cerrado por un potente cornisón sobre el que se eleva un antepecho o pretil al que se le ha aumentado un tramo y se le ha coronado con los clásicos jarrones de las casas de San Fernando.

En la casapuerta se establece el punto de conexión entre la vida exterior y la clausura. A él vierten la entrada pública a la capilla, el torno, la entrada, más restringida, a los locutorios y el acceso a la clausura. De ellos, la capilla ocupa el lado derecho de la crujía de fachada. La del lado izquierdo de la fachada queda ocupada por el primitivo locutorio, que da paso a uno de más reciente construcción.

La puerta de clausura da acceso directo al claustro, formado por cuatro galerías de doble arcada asentada sobre columnas toscanas de mármol blanco. Este centraliza el acceso a las distintas dependencias. Debemos destacar entre ellas el coro y antecoro. Dos salas contiguas, presididas por una imagen de Santa Teresa y otra de la Virgen del Carmen, con reja a la capilla y amplios ventanales que le permiten recibir la luz del patio. Un grupo de bancos adosados al muro hacen las veces de sillería y un órgano eléctrico apoya los cantos de coro.

La Capilla

Es una sobria estancia de planta rectangular en la que el presbiterio queda definido por símbolos externos y no arquitectónicos compuestos de un Crucificado del s. XVIII, el Sagrario y la mesa de altar. La iconografía de la capilla, escueta, responde a la propia de la Orden del Carmelo, la Virgen del Carmen y Santa Teresa de Jesús. 

Las otras dependencias clásicas de un monasterio presentan la misma sobriedad y el apoyo iconográfico propio de la Orden. Pero si interesante es el edificio, es también de especial belleza el jardín. Esta zona, a la que se accede por un pasadizo desde el claustro, presenta dos espacios claramente diferenciados. La zona de recreo y el cementerio.

Su presencia, dominado por el mirador, es reflejo de un interesante proceso de adaptación arquitectónica. La casa donde fue fundado se encontraba a las afueras de San Fernando camino de Cádiz, como ya se ha citado anteriormente. En esos años se encontraba prácticamente aislado, muy a propósito para la vida contemplativa, de soledad y oración de sus hermanas. Hoy podemos contemplarlo integrado plenamente en la ciudad, cuya expansión lo ha rodeado de edificaciones de gran altura, haciendo que su vida de soledad y recogimiento se vea, en parte transformada y devorada por el núcleo urbano. Sin embargo, dentro del monasterio se sigue respirando esa paz propia de las comunidades religiosas de clausura.

Para más información recomendamos la siguiente lectura:

  • BARROS CANEDA, J.R. Clausuras: conventos y monasterios de Cádiz. Diputación de Cádiz, 1998. Ver web.