El Carmelo Teresiano, no solo ha enriquecido a la Iglesia y a la humanidad por los muchos hermanos que han llegado a la Santidad, sino que también se ha convertido en Escuela de Santidad, ya que algunos de ellos nos han dejado a través de sus escritos, no solo su historia de amistad con Dios, su trayectoria en la vida espiritual o sus gracias místicas, sino que nos han indicado, caminos seguros y consejos para llegar a ser Santos.
A Sta. Teresa, Dios la iluminó de una manera especial como fundadora y a través de sus escritos, nos transmite la Oración, como trato de amistad con Dios, quien mora dentro de nosotros, ella nos dice “que es considerar nuestra alma como un castillo todo de un diamante o muy claro cristal, adonde hay muchos aposentos, así como en el cielo hay muchas moradas”, y nos muestra, todo lo que hay que hacer para entrar en ese interior y después permanecer en él.
Junto a ella, San Juan de la Cruz, con sus NADAS, nos conduce a poseerlo TODO, y a conseguir por un camino seguro, la perfecta unión del alma con Dios, donde está la felicidad plena.
Otros hermanos muy relacionados con la Fundadora, pero aún no reconocidos como Santos son: el P. Gracián en quien Santa Teresa depositó plena confianza, y le confió la reforma de la Orden, sin saber la persecución y expulsión que más tarde sufriría; la M. María de San José, priora de Sevilla, que junto a la M. Ana de Jesús, pertenecen al grupo de prioras de tallas extraordinarias, en quienes la Santa confiaba y las quería entrañablemente.
A lo largo de la historia, nos encontramos con Teresa de Lisieux, con su espíritu misionero, que nos habla de abandono y confianza en Dios; Sor Isabel de la Trinidad, adoradora auténtica en espíritu y en verdad, con su experiencia Trinitaria, que nos invita a encontrar a los Tres dentro de nosotros, como huéspedes del alma, hallando en este misterio el cielo en la tierra.
Mujer moderna en el mundo de la inteligencia y la cultura fue Edith Stein, Sta Teresa Benedicta de la Cruz, que nos ha dejado escritos de profunda espiritualidad y filosofía, destacando la oración y la cruz como eje central que configuran su vocación al Carmelo. La joven Teresa de los Andes, con su vida nos confirma que Dios existe, que es nuestra alegría y plenitud, su seguimiento a Cristo nos demuestra que la llamada de Cristo a ser Santos, es actual, posible y verdadera.
La hna. Cristina de San Fernando, alegre, simpática y con buen sentido del humor, cuya sonrisa y alegría han llenado de paz y serenidad en momentos difíciles a los que han acudido a ella, se ha convertido en signo de alegría y esperanza, enseñándonos a través de su lema “Orar, Callar, Sufrir”, que el secreto de la alegría y la felicidad, está en “ser toda de Dios”, y no en las circunstancias que van marcando nuestro vivir.