Entrevista a la hna. María de San José (Sevilla) por la Hermandad del Carmen de San Juan de Aznalfarache (Sevilla)
- ¿En qué momento de la vida tomaste la decisión de consagrarte a Dios?
La decisión de consagrarme a Dios la tomé en el mismo momento que comprendí que Jesús me llamaba a vivir para Él y con Él. Entre los 13 o 14 años. Aunque estudiaba en un colegio religioso desde pequeña, hasta esta edad no descubrí y experimenté la presencia de Jesús en mi vida. Había escuchado muchísimas veces hablar de El, pero no me había dejado penetrar por El.
Un día sin saber por qué, sentí la necesidad de asistir a la Eucaristía, (ya que desde poco después de haber hecho la 1ª comunión, no había ido más), comencé a ir, aunque para ello me tenía que levantar temprano; todos los días me decía: “mañana no voy”, pero un impulso muy fuerte hacía que fuera, hasta que al fin confesé y pude participar de lleno en este gran regalo que nos hace Jesús de su Cuerpo y de su Sangre. Tenía una gran atracción por la persona de Jesús.
También comencé a hacer oración, sin saber que esto era oración, pues hablaba con Jesús, como se habla con un amigo, le contaba todas mis cosas, todo lo que hacía y lo que quería hacer, ¡como si Él no lo supiera!. Me sentía feliz con esta relación de amistad con Jesús, un Dios amigo y cercano a quien le interesaba todo lo mío y nunca tenía prisas. Poco a poco, deje de sentir esa necesidad grande de hablar que tenía y comencé a querer escucharlo, pero ¿cómo?… en la Biblia, en la Liturgia, en los libros, en las personas, en el mundo que me rodeaba…¡todo me hablaba de Dios y en todo estaba Dios! Notaba su presencia, y aunque no veía, sabía que estaba, y aunque no le oía, sabía que hablaba.
Hasta aquí todo eran sentimientos, creía porque sentía; ahora tenía que aprender a creer sin sentir, a vivir de fe. Y fue la fe, quien me enseñó a “estar con Dios”; dos amigos que se quieren y conocen, no hace falta que estén continuamente hablando o buscando noticias el uno del otro, basta el saber que el uno y el otro están siempre juntos, siempre unidos. En todo este proceso, descubrí que Jesús me llamaba, no solo a ser su amiga, sino que quería algo más de mí; sentí la necesidad de consagrar mi vida, a este Dios que me hacía feliz, y desde esta consagración dar testimonio de que Dios existe, vive entre nosotros y en nosotros, es nuestro amigo y desea nuestra amistad, quiere que seamos felices y vivamos para siempre.
- ¿Cómo te llegó la vocación Carmelita?
Durante todo el año del IV Centenario de la muerte de Santa Teresa en 1982, el colegio tenía todos los días 15 del mes, encuentros de oración con las Carmelitas. Fue entonces cuando yo las conocí, y me llamaron la atención por lo que transmitían: alegría, paz, fraternidad, sencillez….. aunque la verdad es que no entendía esa vocación, las admiraba pero no compartía, pues no le veía sentido a esa forma de vivir, ahí entre rejas y tanta austeridad… ¡sin hacer nada! En este tiempo estaba yo en búsqueda. Que Dios me llamaba lo tenía claro pero ¿dónde? Vocación para la enseñanza y educación no tenía, las Misiones me encantaba, comencé a tratar con las Misioneras Cruzadas de la Iglesia, y creí que ese era mi sitio; pero pronto, Dios puso en mi, unos deseos muy grandes de llegar a todos lados, de hacerlo todo al mismo tiempo, quería serlo todo; y fue un día en la oración ante el Santísimo Sacramento, donde Dios me dio a entender su deseo de que fuera Carmelita.
Sucedió que estábamos con el Santísimo expuesto en la parroquia, y yo tenía que encender seis velas que le poníamos a los lados; las encendí, pero al bajar del presbiterio, una de ellas estaba apagada, volví para encenderla, pero estaba encendida; así me sucedió varias veces, hasta que me senté y empecé a leer Historia de un alma, de Sta. Teresa de Lisieux, y al abrir el libro al azar, me encontré esas páginas tan bellas, en la que cuenta su vocación, cómo quería serlo todo, y cómo encontró su lugar en la Iglesia, “en el corazón de mi Madre, la Iglesia, yo seré el Amor,”encontró su vocación en el amor, pues el amor lo abarca todo, es el que pone en movimiento todo, abarca todos los tiempos y lugares…. Entonces comprendí, que eso era lo que Jesús quería de mi; me sentía totalmente identificada, yo tenía que ser esa fuerza que sacan los Misioneros para ir al mundo entero a predicar, tenía que ser el valor de los mártires para dar la vida por Cristo, en fin, tenía que dar movimiento a todos los que se ponen al servicio de Dios y todo desde un lugar concreto, desde el convento de las Carmelitas Descalzas de Sevilla, sin tener que moverme de un sitio para otro, llegaría a todos los sitios y lugares, consagrando mi vida totalmente a Dios, viviendo en amistad con El y ofreciendo mi vida para que todo el mundo le conozca y le ame. En la vela aparentemente apagada, veía reflejada lo que tenía que ser mi vida, oculta hacia fuera, pero con la llama bien encendida, en una continua alabanza a Dios para el bien de la humanidad. Así fue cómo descubrí lo que Jesús quería de mi, la misión que me tenía preparada, una vida totalmente vivida desde la fe y desde el amor, pues normalmente no se ven los frutos de nuestra oración.
Entré en el Carmelo a la edad de 17 años, y ¡No me arrepiento de haberme entregado al Amor! (Sta. Teresita)
- ¿Cuál es el trabajo que realiza dentro del Convento?
Más que contestarte a qué trabajo me dedico yo, que terminaría pronto diciéndote que trabajo en el bordado, y en lo que va saliendo día a día, te respondería cómo es el día de la Carmelita, en el que Oración, Trabajo y Fraternidad se van entrelazando. La Oración es la columna vertebral de nuestra vida, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, estamos en una continua alabanza al Padre. Rezamos la oración litúrgica de las horas: Laudes, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas, Oficio de Lectura y Completas, que consiste en la recitación de Salmos, himnos y lecturas que se van intercalando a lo largo del día con el fin de santificar toda la jornada. Unimos nuestras voces a la voz de Jesús que reza en y con nosotras alabando a Dios e intercediendo ante el Padre por toda la humanidad. Además tenemos dos horas de Oración mental, una por la mañana y otra por la tarde, donde nos encontramos a solas con Jesús, dejando que su Espíritu nos penetre y nos enseñe.
Diariamente tenemos la celebración de la Eucaristía, que es el alimento de vida, que da sentido a nuestro vivir, es el motor principal que nos da fuerzas para poder vivir las exigencias del evangelio, y las contrariedades que puedan ir surgiendo. Todo el día procuramos estar en silencio y soledad, para crear un ambiente propicio donde la presencia de Jesús es fácil de notar. La mañana la dedicamos al trabajo de Encuadernación, Bordados o de todos los quehaceres ordinarios, como son la limpieza, cocina, lavandería, ropería, jardinería, enfermería… todo lo realizamos en silencio, favoreciendo este clima de oración y de relación continua con Jesús.
En el refectorio mientras comemos, una hermana lee y por la tarde tenemos una hora de lectura espiritual, cada una en particular. Pero si es importante la relación con Jesús, no lo es menos la relación con las hermanas, por lo que tenemos dos horas al día, una al mediodía y otra por la noche, de encuentro fraterno al que llamamos recreación, donde la alegría, la creatividad y la fraternidad van creando lazos de unión de unas con otras. Todas nos sentimos familia, vivimos y compartimos la gran aventura de la amistad con Jesús. Caminamos junto a María, quien nos enseña con su sencillez y docilidad a estar siempre a la escucha de la Palabra de Dios, abierta a la acción de Espíritu Santo y con plena confianza en la voluntad de Dios.
- La vida consagrada, como don carismático, es un organismo vivo. Es evidente que todos padecemos una gran crisis de vocaciones. ¿Cómo ha afectado y sigue afectando esta situación en vuestra comunidad?
La verdad es que aunque ahora mismo nuestra comunidad está bastante bien pues somos 17 y una de ellas acaba de entrar, la escasez de vocaciones también la notamos, y sobre todo la constatamos en otros Monasterios que no entra nadie desde hace muchos años y cada vez son menos las hermanas y más mayores. Antes para entrar había que esperar a que hubiera alguna plaza vacía, pues nosotras no podemos ser más de 21; Santa Teresa fundó los Monasterios con número reducido de hermanas, con el fin de que todas nos podamos conocer, ser amigas y querernos, para poder ser una familia unida.
La crisis de vocaciones, es un gran problema, por lo menos en España, digo esto, porque la Iglesia en otros lugares está floreciente y hay cantidad de vocaciones, por lo que esta situación no se da.
- ¿Cómo ve el mundo tras las rejas?
El mundo como creación de Dios es algo maravilloso, pero creo que te refieres al mundo de las personas. Y aquí te diría que veo de todo. Por un lado veo personas que quieren destruir el mundo, pensando que ellos son los poderosos, los dueños y tienen derecho sobre la vida de los demás, van actuando en esta vida con las fuerzas del mal; pero también veo personas que intentan hacer todo el bien que están en sus manos, con sus vidas están edificando un mundo mejor y algunas, no solo exponen su vida por el bien del otro sino que además la dan. Aunque suene más lo malo, y haga más ruido, hay mucho más bueno que no suena pero que es lo que en definitiva, va manteniendo nuestro mundo. Porque Dios cuando terminó de crear el mundo vio que todas las cosas que había creado eran buenas.
- ¿La oración es solo rezar?
Santa Teresa definía la oración como trato de amistad con aquel que sabemos que nos ama. Pero la oración, no es solo estos encuentros con Dios, haciendo oración mental o vocal, sino que debe manifestarse en toda nuestra vida. La oración no es solo rezar, sino que es vivir, es poner por obra todo lo que Jesús nos ha enseñado, dejar que sea El quien actúe en nosotros, y poder amar al prójimo como El nos amó. El hombre está llamado a este encuentro con Dios y quien se hace amigo de Dios no puede otra cosa que hacer “el hacer de Dios”, que es amar.
- Las Carmelitas han sido durante siglos una presencia viva de la Iglesia en situaciones más difíciles ¿qué dificultades tienen en estos momentos?
La Orden del Carmen está muy difundida en todo el mundo, por lo que las dificultades por las que pasamos están relacionas con la sociedad en la que vivimos, con la situación que pasa el país donde estemos. Si en el país hay persecución religiosa, guerras, pobreza, falta de libertad, opresión, incredulidad, fanatismo, algún cataclismo, etc. todo eso influye en la comunidad concreta de ese país que lo vive en solidaridad con los habitantes de su zona. Actualmente la mayor dificultad por la que la Iglesia española está pasando es la crisis de vocaciones y el envejecimiento de sus miembros.
- En las visitas que reciben, entran en contacto con muchas personas ¿qué tres preocupaciones fundamentales constata?
– El estrés en que se vive hace que se tenga tanta prisa, tanto ruido y tantas cosas que no da tiempo para hablar y dialogar, y ni siquiera deja tiempo para uno mismo, se vive agobiado. Las personas que se acercan a nosotras tienen una gran necesidad de hablar y ser escuchadas en clima de tranquilidad y silencio.
– Traen miedo a una sociedad que les está engañando, que ha perdido el sentido de la vida y ha cambiado los valores humanos por otros que en vez de construir libertad, paz y felicidad, están creando esclavitud, inquietud y odio. No pueden manifestar con libertad sus creencias pues esto le dificulta a la hora del trabajo y de la convivencia, pues Dios es el que estorba y quieren echarlo de entre nosotros. Muchas personas vienen buscando en nuestros monasterios a Dios, al que no saben encontrar fuera.
– El individualismo hace que el hombre se convierta en un egoísta, que solo vive para sí y que los demás no le importen nada. Esto no construye y el hombre se siente solo, no es feliz porque está creado para relacionarse, no para vivir al margen del otro. Vienen preocupados de una sociedad, donde hay muchas zancadillas, falta de sinceridad, no hay compañerismo, y cada uno vive su vida sin preocuparse de la necesidad que pueda tener el otro.
- Muy brevemente ¿qué aspectos subrayaría en la vivencia actual de los votos?
De la Pobreza te diría, que la felicidad no se encuentra en tener y poseer, sino en compartir lo mucho o lo poco que uno tenga. Cuanto más desapegado se está de las cosas, más libre y más dueño se es, y más feliz se encuentra uno pues no necesita de nada para serlo. Sobre la Castidad consagrada, subrayaría que el amor no se detiene en lo sensual, sino que va más allá, dilatando y capacitando al alma, para amar a Dios sobre todas las cosas y nos da una gran libertad para tratar y querer con sinceridad a todo el mundo. Y de la Obediencia, que como en todo grupo humano, alguien ha de ser el responsable; pero en nuestro caso es algo más que estar al frente de la comunidad. La Priora es una más entre todas en la búsqueda común de la voluntad de Dios, en diálogo fraterno, puesta al servicio de las demás; aunque lógicamente sea ella la que decide en última instancia lo que hay que hacer.
- Un mensaje para los que hoy se preguntan por la vida consagrada.
La vida consagrada es un don que Dios hace no solo a la persona que llama sino también a la Iglesia y a la humanidad. Somos testigos de que Dios existe y nos ama, y queremos transmitir que este Dios, que se nos ha mostrado a nosotros, es amigo del hombre, quiere relacionarse con él, y solo el que se acerca a Dios, puede encontrar la paz, la alegría, la felicidad, el amor, la armonía… todo lo que contribuye a construir un mundo mejor. ¡No lo dudéis, no tengáis miedo, sed amigos fuertes de Dios!