El edificio actual, situado en lo que se puede llamar la entrada al histórico y típico barrio granadino del Realejo, en el principio de la significativa calle S. Matías, fue adquirido en 1584, trasladándose las monjas a él el día 8 de noviembre de dicho año, y desde entonces las monjas han vivido en esta edificio, sosteniéndolo y manteniéndolo con mucho esfuerzo e interés. Su primer dueño del que se tiene noticia histórica fue D. Gonzalo Fernández de Aguilar y de Córdoba, más conocido como el Gran Capitán. La casa, antiguo palacio moro, le tocó como botín de guerra. En esta casa vivió sus últimos años y falleció en ella el año 1515, como recuerda la placa conmemorativa colocada en la fachada del inmueble.
Mientras que se hacen las adaptaciones y refuerzos necesarios al edificio, las monjas habitan sólo la parte alta de la casa, unas pequeñas y pobres dependencias, usadas como desvanes. En este tiempo las religiosas son asistidas espiritualmente, y a veces también socorridas materialmente, por S. Juan de la Cruz, prior de Los Mártires. Diariamente baja a celebrarles la Misa, que a falta de Iglesia y mejor acomodo, se celebra en un pequeño cuartito en los desvanes de la casa. Este lugar, durante los 431 años que la comunidad lleva habitando el inmueble, se conserva como una ermita, guardando con esmero el recuerdo de la presencia de S. Juan de la Cruz.
Este convento forma parte de la ruta «Huellas de Teresa»: