Apenas quedaban algunos momentos para que saltara la voz de alarma en nuestra tierra, en esta España invadida por ese virus que a todos se nos escapa… invitándonos a colaborar, a hacer piña, a buscar el bien común… Jesús quiso ir a su casa, a la casa de sus descalzas en Cádiz. Sí: Jesús atado de pies y manos, la cabeza ligeramente inclinada por tanta espina hiriendo su honda soledad… Y las bendijo. Y en ellas nos ha bendecido a todas sus hermanas en el Carmelo, a los hermanos descalzos, y a toda la buena gente que nos está dando en estos días lo mejor de sí misma… «Los santos de la puerta de al lado…», como los ha llamado el papa Francisco.

Compartimos esta gozosa noticia tal y como la publicó el Diario de Cádiz. Dios nos bendiga a todos.

Jesús entrando en la capilla del Carmelo gaditano

El Señor y ellas frente a frente. Fuera de parihuelas portadas por trajes negros (qué de trajes negros se venden en Cádiz), de cámaras captando los momentos. Sin incienso de por medio, sin prestar atención a si la flor o el bordado o la orfebrería es más así o más asado. Sin el ruido del que no sabe respetar. Sin la envoltura de los mármoles de San Pablo. Las monjas carmelitas de Argüelles han recibido este fin de semana la visita del Señor del Ecce–Homo, la imponente talla que Cádiz disfruta en plena calle Ancha durante el año y por las calles el Martes Santo y que la hermandad ha querido acercar a las religiosas de la Plaza de Argüelles que tantos desvelos tienen en silencio a diario por esta ciudad, sus vecinos y, como no, sus cofradías.

–Pero, ¿hay algún motivo, efeméride o razón para ir allí?, nos preguntábamos al respecto.

–Qué motivos hacen falta para estar con las monjas y, de paso, acercarles al Señor aunque sea por unas horas.

‘He aquí la clausura’, parece haber anunciado la imagen.

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