- La Trinidad: aquí está nuestra morada, nuestro hogar, la casa paterna de la que jamás debemos salir… Me parece que he encontrado mi cielo en la tierra, puesto que el cielo es Dios y Dios está en mi alma. El día que comprendí eso todo se iluminó para mí.
- Creer que un ser que se llama El Amor habita en nosotros en todo instante del día y de la noche y que nos pide que vivamos en sociedad con El, he aquí, os lo confío, lo que ha hecho de mi vida un cielo anticipado.
- Vivamos con Dios como con un amigo, tengamos una fe viva para estar en todo unidos a Dios.
- Dios en mí, yo en Él, he ahí mi vida…¡Oh Jesús!, haz que nada pueda distraerme de ti, ni las preocupaciones, ni las alegrías, ni los sufrimientos, que mi vida sea una oración continua.
- El Amor habita en nosotros, por ello mi vida es la amistad con los Huéspedes que habitan en mi alma, éstos son el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
- Oh Trinidad amada tú habitas en mi alma, y yo lo he ignorado.
- Todo pasa. En la tarde la vida, sólo el amor permanece… Es necesario hacerlotodo por amor. Es necesario olvidarse de uno para vivir en Dios.
- Creo que si El me ha amado tan apasionadamente y me ha hecho tantos favores es por verme tan débil.
- Sobre la tierra tu misión, más que saber, está en amar.
- ¡Oh cuán hermoso es dar cuando se ama!
- El amor verdadero no titubea, se da siempre en plenitud.
Pienso yo que el alma que goza de mayor libertad de espíritu, es aquella que más se olvida de sí misma. - Me parece que mi misión en el cielo va a consistir en traer las almas al recogimiento interior, ayudándolas a salir de sí mismas, para unirse con Dios por medio de un sencillísimo impulso de amor; procurando mantenerlas de continuo en ese profundo silencio del corazón que permite a Dios imprimirse en ellas y transformarlas en Sí.
- El alma que se habitúa a vivir bajo la mirada de Dios, se halla revestida de su misma fortaleza. Es valiente aun en medio del sufrimiento.
- ¡Ah, quisiera decirle a todas las almas la fuente de fortaleza, de paz y de felicidad que encontrarían, si se acostumbraran a vivir en esta intimidad.
- Todo lo hago con El, por eso en todo lo que ejecuto siento una alegría divina. Que barra, que trabaje, que vaya a la oración, todo lo encuentro estupendo y delicioso, porque en todo lo que hago veo a mi divino Maestro.
- Entra en este pequeño reino de tu alma y adora a ese gran Señor que en él tiene establecida su morada, como en su propio palacio.
- ¡Es tan fuerte esta presencia de Dios! es aquí, muy dentro, en el cielo de mi alma, donde a mí me gusta buscarle, puesto que El no me deja un instante.
- Se le encuentra en el descanso como en la oración, ¿no es verdad? Sí, El está en todo lugar, siempre y en todo cuanto hacemos.
- Aprende a cifrar tu gozo, el gozo no de tu sensibilidad, sino de tu voluntad, en la contrariedad y en el sacrificio.