En nuestra Federación hay comunidades que se dedican a la elaboración de los panes ázimos para consagrar. El pan es uno de los elementos absolutamente necesarios para el sacrificio de la Eucaristía. Y por tanto, es un trabajo que nuestras hermanas realizan con esmero y devoción, pues se va a transubstanciar en el Cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo.

La carta circular de la Congregación para el Culto Divino y Disciplina de los sacramentos sobre el pan y el vino para la Eucaristía, escrita a los obispos en 8 de julio de 2017, recuerda que se trata de un trabajo muy delicado y que para que la consagración sea válida “El pan que se emplea en el santo Sacrificio de la Eucaristía debe ser ázimo, de sólo trigo y hecho recientemente, para que no haya ningún peligro de que se corrompa”, así mismo recuerda que “es claro que las hostias deben ser preparadas por personas que no sólo se distingan por su honestidad, sino que además sean expertas en la elaboración y dispongan de los instrumentos adecuados” (Redemptionis Sacramentum n. 48).

Los monasterios que dedican su trabajo a este oficio son:

… poniendo al servicio de las hermanas sus energías y cualidades, conscientes de asociarse también a la obra redentora de Cristo, a través del trabajo. (Constituciones 38).