La iglesia tiene planta de cajón de una sola nave, con cubierta de bóveda de cañón con lunetos, y capilla mayor cuadrada con bóveda semiesférica. Una serie de pilastras se adosan a los muros, abriéndose entre ellos grandes hornacinas. La portada lateral derecha es de gran sencillez y se abre al compás del convento, mientras la situada en el muro de los pies es adintelada y se cubre con un tejaroz sobre tornapuntas de cerrajería, conteniendo restos de pinturas murales. La construcción data de principios de s.XVII y sus trazas se atribuyen a Vermondo Resta.
El RETABLO MAYOR, compuesto por banco, dos cuerpos de tres calles y ático, fue concertado en 1630 por el ensamblador Jerónimo Velázquez. Su hornacina principal la ocupa un San José con Niño de Juan de Mesa, arriba está el antiguo manifestador con forma de templete. Flanqueando al santo patriarca, están Santa Teresa y San Juan de la Cruz y encima de sendas hornacinas hay dos pinturas del santo y el profeta Elías. En el banco del retablo, a los lados del Sagrario están las imágenes de Santa Inés y Santa Catalina. En el ático hay un grupo escultórico del Calvario y a los lados, dos pinturas con las visiones de santa Teresa, el Cristo atado a la columna y azotado y la Virgen. El conjunto se remata con un alto relieve del Padre Eterno.
Sin salir del presbiterio, en el muro del evangelio, frontero a las rejas del coro bajo, se alza un retablo donde se encuentra ahora la magnífica talla de la Inmaculada carmelitana de Juan de Mesa. Este retablo es fechable en el último tercio de s. XVII y se atribuye a Fernando de Barahona.
En el lado izquierdo de la nave se sitúa el retablo mandado hacer en 1630 por los herederos de Héctor Antúnez y Ana Hurtado. Su hornacina principal cobija un grupo escultórico del Calvario, apareciendo el intradós del arco decorado con pinturas sobre tabla, que representan a San Agustín, Santa Inés, Santa Catalina, San Juan Bautista, la alegoría del Cordero Místico, la Visión de San Juan en Patmos y San Juan de la Cruz. El ático lo ocupa una pintura con una alegoría de la Inmaculada.
El retablo situado a continuación puede fecharse en el último tercio del siglo XVII, y está presidido por una escultura de la Inmaculada, conteniendo además pinturas de Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, Santa María Magdalena de Pazis, la Misa del Padre Gracián y la Virgen del Carmen protegiendo a la Orden. Esta última ocupa el ático que remata el conjunto. El retablo de la Encarnación fue terminado por el ensamblador Luis de Figueroa en 1629 para D. Bernardo Pérez y Doña Beatriz del Castillo. El lienzo que lo preside y el Padre Eterno del ático son obras de Francisco Herrera el Viejo, pintor sevillano del primer tercio de s. XVII, mientras que las pinturas del intradós del arco representan a San Juan Bautista, San José, la Virgen con el Niño y Santa Teresa, y se pueden atribuir a Juan de Espinal, pintor sevillano del XVIII. El último retablo, que presenta elementos de los siglos XVII y XIX, contiene una escultura de la Inmaculada y dos bustos-relicarios, pudiendo ser el realizado por Bartolomé de la Puerta en 1633, encargado por Don Antonio de Cepeda.
Ocupan el muro derecho del templo los retablos de Santa Teresita del Niño Jesús, San Carlos Borromeo y de Santa Rita de Casia. El de Sta. Teresita se articula por columnas estípites, obra de José Maestre en 1732 y la santa es una Virgen del Carmen transformada. Contiene, además, esculturas de Santa Inés, San Antonio de Padua y la Inmaculada, así como un relieve con la Cabeza del Bautista.
El segundo retablo, fechado en 1627, está presidido por un busto-relicario de San Carlos Borromeo y se completa por doce pinturas con escenas de la vida del santo. El retablo de Santa Rita, recompuesto con elementos de los siglos XVII y XIX, lo preside la escultura de la santa titular, obra del XIX y lo remata una pintura de la Piedad de s. XVI.
En la SACRISTÍA hay una cajonería de mediados de s. XVII y lienzos del siglo XVIII, además de una vitrina en la que se han reunido diversas reliquias y objetos pertenecientes a Santa Teresa de Jesús, como piezas bordadas por ella o la capa que usaba, así como su retrato más fidedigno, ejecutado por el fraile carmelita descalzo fray Juan de la Miseria en 1576. Igualmente se conserva un original autógrafo de “Las Moradas”, también conocido como “Castillo Interior”.