Queridas Hermanas de la Federación «Virgen del Carmen», paz y esperanza en el Señor.

Agradezco muchos vuestros saludos de bienvenida y el ofrecimiento de vuestras oraciones. Los buenos deseos que manifestáis me ayudan a aceptar este oficio que me han encargado. Vuestras felicitaciones me han animado, pero no han podido conseguir que deje de temer, pues este trabajo supera mis capacidades. Tendré que aprender a confiar más en Dios y en vuestras oraciones. Me pongo a disposición de la Presidenta y su Consejo. Quiero ofrecerme con sencillez a servir a la Federación para que pueda cumplir sus fines. En estos días voy tratando de entender cuál es mi misión y mis deberes concretos, pues no tengo experiencia y espero vuestra ayuda y comprensión.

Os saludo a través de esta página de la Federación. Desde ahora todas las comunidades entran en mi eucaristía. Y, como dice el Apóstol en la liturgia de hoy, a cada una le repito: «Te recuerdo que reavives el don de Dios que hay en ti».
Fr. Gabriel Castro, OCD

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